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Preocupación por el trigo

Nuevamente los trigueros están en apuros. Los bajos precios que se están pagando en Chile esta temporada -denuncian- provienen de un cálculo mañoso que incorporó al trigo blando argentino, que es muy barato y de pésima calidad.

No se debe olvidar que Chile importa el 50% del trigo que consume, lo que explica la importancia del precio internacional. Se trata, además, de un mercado con pocos compradores, lo que puede ser tierra fértil para la concertación de precios o la acción de algunos líderes con afán especulativo.

Ciertamente, en nuestro país existe libertad de precios, y la especulación es un acompañante molesto que seduce a los empresarios sin ética, motivados sólo por la maximización de beneficios. Lo concreto es que hoy el precio de referencia internacional (Estados Unidos) es de 23 mil pesos por quintal, mientras lo que se paga en Ñuble oscila entre 17 y 18 mil pesos.

Tal como ha ocurrido con otros cultivos tradicionales, estos precios -afirman los productores- no alcanzan para cubrir los costos de producción. El apremio del tiempo de los pequeños y medianos trigueros, sin mayor capacidad de almacenaje y conservación, y con obligaciones por cubrir, los presiona a vender pronto o bien guardar lo que se pueda y aguantar lo más posible hasta que suban los precios.

Al final de la cadena, los panificadores también tienen un rol en la demanda, y también sufren las consecuencias de la especulación, pagando un sobreprecio que finalmente es absorbido por los consumidores.

Es posible que se trate de una situación transitoria, sin embargo, la alarma de los productores debe ser atendida, no solo para esta temporada, sino que como un llamado a la autocrítica por parte de las instituciones del Estado, a evaluar el rol que se le asignará a los cultivos tradicionales en el contexto del desafío de ser potencia agroalimentaria.

E l trigo harinero es el principal cultivo de la Región de Ñuble, en cuanto a superficie, con 31.524 hectáreas sembradas en la temporada 2018-2019, según la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (Odepa), del Ministerio de Agricultura. Bastante más lejos le siguen la avena (14.692 hectáreas) y el maíz (6.494 hectáreas); ni siquiera el arándano se le acerca (4.023 hectáreas). Sin embargo, la progresiva disminución de la superficie de este cereal amenaza no solo la agricultura tradicional, sino que también la seguridad alimentaria de Chile. De hecho, en los últimos 12 años la superficie de trigo blanco en la región cayó un 27,9%, pues de acuerdo al Censo Agropecuario de 2007 la entonces Provincia de Ñuble sumaba un total de 43.747 hectáreas.

Detrás de esta caída, indudablemente, hay malas políticas públicas, como también la nula voluntad por utilizar los mecanismos e institucionalidad para proteger a este sector.

No se trata de implementar una política proteccionista, pero sí de ser consecuentes y potenciar a un sector clave del mundo rural, de generar herramientas de fomento y de identificar a tiempo y sancionar prácticas fraudulentas o colusivas que introducen graves distorsiones de precios. Es un deber con el trigo y su gente.

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