Dentro del ámbito de la vida familiar, la niñez siempre encontraba en ejercicios y juegos propuestas para el sano desarrollo además de una alternativa para promover la necesaria integración social con otros niños. Sin embargo, el extendido sedentarismo está ganando terreno también dentro de la población infantil de nuestro país. De hecho, Chile tiene la tasa más alta de sedentarismo infantil en Latinoamérica, según han reportado la Organización Mundial de la Salud y, recientemente, la organización australiana Active Healthy Kids Global.
Este último informe da a entender que sin importar el nivel económico, el grado de “holgazanería” de los menores ha aumentado notablemente, siendo el 23,9% en los niños y 28,7% en las niñas, los que realizan poca o ninguna actividad física.
El estudio define como “activos físicamente” a aquellos menores que practican ejercicio durante al menos una hora diaria, cinco días a la semana, además de las clases de educación física en el colegio. A la vez se clasificó como “sedentarios” a los que dedicaban tres o más horas al día a ver televisión, jugar en consolas o “chatear” en el teléfono o computador, sin tener en cuenta el tiempo que pasaban en el colegio o haciendo las tareas. Bajo estos parámetros, se estableció que sólo el 20% de los hombres y el 15% de las mujeres hacían “suficiente ejercicio diario”, mientras que el resto se quedó en valores intermedios.
Nadie podría discutir la importancia de la actividad física, tan beneficiosa para el crecimiento y la salud. Están claramente comprobados los graves efectos nocivos que acarrea la pasividad, muchos de ellos asociados con el sobrepeso y la obesidad. Mientras que la práctica de ejercicios o deportes al aire libre en la infancia contribuyen a desarrollar mayor agilidad, coordinación y habilidad en los movimientos, al tiempo que también estimulan la percepción espacial y el sentido del equilibrio.
¿Por qué entonces en la actualidad los niños realizan menos actividad?
Por un lado, hay una baja oferta de lugares en los que hacer actividad física y por otro, el apabullante progreso tecnológico alcanzado en los últimos años ha demostrado ser sumamente absorbente. Los televisores, los computadores y sobre todo los celulares han ido restando tiempo libre para la actividad física tanto de los menores como de los mayores. Se trata de una cuestión que preocupa en muchos países y que obliga a diseñar nuevas propuestas para incentivar la actividad física y el deporte en los más chicos.
Los padres son quienes deben ver la mejor forma de controlar el uso del tiempo que hacen sus hijos para reforzar conductas y hábitos saludables que contribuyan a instalar una relación placentera con la actividad física. Que los adultos puedan reservar tiempo libre para la actividad física y que lo compartan en familia cuando sea posible, es también necesario para mejorar el desarrollo físico y motor de los niños en edad escolar y detener el sedentarismo, una epidemia del siglo XXI que se extiende peligrosamente.